Nuestra galaxia

El amanecer estaba casi al caer, aunque eso no impidió a la pareja moverse de donde estaban sentados, en aquella alejada playa de Marte. Sabían que no les quedaba mucho tiempo, pues pronto su principal tripulante tendría que irse. Siguieron contemplando aquel cielo estrellado, dejándose llevar, hasta que fue el tiempo de que ella apartara la mirada y se alejara.

Sin despedidas.

Él siguió contemplando el cielo hasta que alcanzo a ver la nave ascendiendo, y en un segundo sonrío, pensando en un futuro en el que ambos volvieran a vivir en la misma galaxia.


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