Tras los ojos amarillos

Nadie pensó que lograría volver, sobretodo por el carácter acendrado que tenía. Pero comprendimos nuestro error cuando nos acercamos, pues no parecía el mismo chico que entró en aquella cueva, ahora varios rasguños adornaban su rostro y tenía una mirada perdida a la vez que escalofriante.
Siguió inmóvil mientras en las profundidades de la cueva pudimos vislumbrar un par de ojos amarillos, ansiosos por que entrara el siguiente.

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